8 - La Manzana de la Discordia

Para entender esta historia hemos de remontarnos a los tiempos más remotos de la formación del mundo.  Era la época en que el cielo, Urano, y la tierra, Gea, se decidieron a tener descendencia.  Mucho antes que nacieran los Titanes y los Cíclopes, Gea y Urano engendraron gemelos:  el Erebo y la Noche.  La Noche iba a llevar mala vida, de hecho nunca fue muy afortunada en sus amores.  Primero le tocó hacer de pareja de su propio hermano, pues no había donde escoger...  De su unión nacieron el Día y el Eter, que fueron los únicos hijos oficiales que tuvo la Noche.
 
Al pasar el tiempo llegaron los problemas familiares con el nacimiento de los Cíclopes y los Titanes que ya hemos narrado en otro lugar.  Se fue alborotando tanto el panorama  que la Noche se fue perdiendo en la oscuridad. Descubrió que le gustaba pasar desapercibida y como sus hijos ya no la necesitaban, buscó aventuras amorosas por los alrededores del Olimpo...

Fruto de sus desvaríos nocturnos, la Noche fue pariendo hijos de padres a veces poco dispuestos a ser reconocidos.  Pero a nosotros solo nos interesa la historia de una de sus hijas, la diosa Discordia, que nació de un desliz que tuvo con Cerbero, el carcelero del Hades.   El carcelero era duro de mollera y testarudo como buen perro guardián.  La Noche llevaba siempre a su hija Discordia a ver al carcelero cuando sus obligaciones lo permitían, así fue como la pequeña aprendió el arte de enfrentar a su madre con su padre por nimiedades o cuestiones sin importancia.  Fue pasando el tiempo y la diosa de la Discordia, al crecer, descubrió que el don de su divinidad era precisamente sembrar las dudas y las disputas entre los dioses. 

Durante el reinado de Zeus, la diosa Discordia no era bien vista, y rara vez se la dejaba pasear por el Olimpo.  Ella estaba rabiosa por que se sentía apartada de la corte celestial y no podía participar de los acontecimientos y festejos del resto de los dioses.  Claro que se lo tenia merecido por que siempre que se unía a algún grupo acababa llevando la discusión y las peleas entre ellos.  

Pasaba el tiempo y como no tenia muchas ocasiones de encontrar un esposo, decidió buscar amantes ocasionales pensando que quizás alguno se dejaría engañar y finalmente se casaría con ella.  Pero no llegó a ocurrir nunca.  Lo que si fue ocurriendo es que empezó a tener hijos, pues era muy fértil y enseguida se quedaba embarazada.  La lista de sus hijos ilegítimos es muy larga… quizás olvide alguno.  Por este orden, primero parió al doloroso Ponos (Pena), después a Lete (Olvido) y a Limos (Hambre) y al lloroso Algos (Dolor), también a las Hisminas (Disputas), las Macas (Batallas), las Fonos (Matanzas), las Androctasias (Masacres), los Odios (Neikea), las Mentiras (Pseudologos), las Anfilogías (Ambigüedades), a Disnomia (el Desorden) y a Ate (la Ruina y la Insensatez), todos ellos fueron siempre juntos y en general compartían las desventuras que ocasionaban, pero ninguno causó tantos males como el último de sus hijos, Horcos (el Juramento), el causante de que los hombres voluntariamente perjuraran e incumplieran lo prometido.  

Con este pedigrí familiar se entiende que en el Olimpo la presencia de la diosa Discordia fuera rechazada.  Tanto es así que en ocasión de una gran boda, que ahora explicaré, fueron invitados todos los dioses del Olimpo menos la Discordia.  Tal fue la rabieta de la diosa que decidió pensar en un malévolo regalo digno de su poder.

La boda en cuestión es una de las más famosas de la antigüedad, la boda de Peleo y de Tetis, la pareja de la que nacería el más famoso guerrero griego: Aquiles.

Pero veamos como consiguió Peleo, príncipe de los Mirmidones, casarse con Tetis, nieta del dios Océano, ninfa del mar y séquito de Neptuno.  Resulta que  el joven príncipe Peleo fue uno de los Argonautas que con Jasón partió a la búsqueda del Vellocino de Oro.  En sus aventuras por el mar conoció a Tetis, la más bella de las Nereidas, de la cual se enamoró perdidamente.  Pero Tetis era inalcanzable para un mortal pues tenia el don de cambiar de forma si se veía en apuros, así conseguía evitar cualquier intento de posesión por parte de Peleo.   De vuelta en su palacio, Peleo hizo llamar al sabio centauro Quirón y le pidió consejo.   El centauro le aconsejó que debía aferrarse a ella sin importar en lo que se transformase, pues más tarde o más temprano volvería a su forma humana y entonces podría poseerla.  La ninfa se transformó en un calamar y Peleo agarró con fuerza uno de sus tentáculos y no lo soltó hasta que la ninfa recuperó su forma.  En reconocimiento a su perseverancia y fuerza, Tetis aceptó casarse con Peleo, pidiendo a Quirón que los casara en el monte Pelion, donde el sabio centauro tenía su morada.

La boda fue un éxito y todos los dioses acudieron con sus regalos.  Quirón regaló a Peleo una lanza invencible construida por Vulcano y Atenea.   Pero la lista de presentes seria inacabable así que iremos directamente a la manzana de la Discordia… el regalo envenenado. 

En pleno banquete apareció una manzana de oro, que Discordia había cogido del Jardín de las Hespérides, en la que había una inscripción que decía ‘Seré para la más bella’… rápidamente las diosas Hera, Atenea y Afrodita se consideraron a si mismas merecedoras de la manzana e iniciaron una discusión que obligó a Zeus a intervenir para atajar la pelea  que se había desatado.   Viendo Zeus que él mismo no podía ser imparcial, por ser Hera su mujer y Atenea su hija, invitó al príncipe troyano Paris a decidir por todos cual de ellas era merecedora de la manzana. 

Rápidamente las tres diosas quisieron ganarse el favor de Paris intentando sobornarlo con diferentes ardides.  Hera le prometió el mayor poder político imaginado y el control sobre todas las naciones de los hombres. Atenea a su vez le aseguró que le dotaría de tales armas y habilidades como guerrero, que no existiría enemigo al que no pudiera vencer. Finalmente Afrodita le concedió el poder de obtener el amor de la mujer más bella que pudiera desear cuando él quisiera.   Paris contempló las ofertas y se decidió finalmente por la de Afrodita, lo que desencadenó las iras de Hera y de Atenea… La manzana había empezado a sembrar la semilla del mal que pretendía la diosa Discordia.

La boda prosiguió con la música de Quirón y el baile de las Nereidas, que no dejaron descansar a los dioses en toda la noche.  Cuando el alba rompió la oscuridad de la noche acudió a Tetis una de las sibilas de Elfos y en gran secreto le reveló una profecía que hacia referencia al hijo que todavía no había concebido.  Así supo Tetis que su hijo Aquiles moriría frente a las murallas de Troya.  Pero esa es otra historia.