Cuando Pandora abrió la caja que los dioses habían prohibido tocar, salieron de ella 5 de los más temibles castigos para la humanidad: la guerra, las enfermedades, el hambre, el dolor y el trabajo. Dicen que solo quedó una cosa dentro de la caja, la única buena, pues Pandora al ver que tantos males salían de ella la cerró enseguida: fue la esperanza. La historia de la vida de Jasón tiene algo que ver con ello, pues sin esperanza hasta los más nobles acaban en grandes sufrimientos.
Pasaron muchos, muchos siglos y la tierra se acabó poblando del todo. Pero hubieron de pasar muchos reyes por los tronos hasta llegar a la época en la que nació Jasón, el heredero del reino de Yolco. Erase pues una vez un rey que se llamaba Esón que no le gustaba el oficio de rey y prefería ser músico, así que cansado de gobernar, pidió a su hermano Pelias que tomara el trono hasta la mayoría de edad de su hijo Jasón. Pelias era ambicioso y gobernó durante años con avaricia enriqueciendo a su casa y a sus descendientes. Como todos los avaros, temía por que la abundancia se acabara algún día y fue a consultar al oráculo del templo sobre su futuro. El adivino le previno contra un extraño que llegaría a su reino portando solo una sandalia en el pie derecho. Pelias siguió gobernando con codicia pero advirtió a todos los guardianes de sus fronteras que estuvieran vigilantes sobre el calzado de cualquier extranjero que pasara.
Mientras tanto lejos de allí, en unas colinas cercanas al Olimpo, Jasón crecía y aprendía con su tutor que no era otro que el sabio centauro Quirón. Al cumplir la mayoría de edad Jasón hubo de volver a su patria y se vistió con cierto disimulo pues no sabia como sería recibido. En su viaje hacia el reino de Yolco pasó por el río Sigrates que era la frontera. En dicho río, Pelias había destacado a una serpiente de agua monstruosa con el encargo de no dejar pasar a nadie. Jasón buscó un puente y al no encontrarlo decidió atravesarlo por unas piedras que flotaban, y, sin saber que eran tortugas, empezó a caminar sobre ellas. Al momento se le apareció la serpiente y Jasón que no temía a nada ni a nadie, la enfrentó con sus dos lanzas. Lucharon todo un día y una noche, saltando de tortuga en tortuga y guardando el equilibrio. Finalmente consiguió matar a la serpiente pero en el ultimo salto hacia la orilla, el monstruo herido de muerte consiguió arrebatarle la sandalia del pie izquierdo. Siguió Jasón su camino hasta llegar a la ciudad donde vivía su padre retirado con su música. Esón le explicó que su tío Pelias reinaba como un tirano y que no sería fácil recuperar el trono al que su nacimiento le daba derecho. Así, al sexto día de llegar, Jasón fue a la capital del reino a reclamar lo que era suyo. Al verlo, Pelias desconfió, pues le habían advertido de que era el extranjero que llevaba un sola sandalia, y, buscando su perdición, le dijo que solo le devolvería el trono si superaba una prueba que demostrara su valor de futuro rey. Debería rescatar la piel del Vellocino de Oro, un cordero mágico y volador que era custodiado por dos toros de fuego y un dragón, pues un rey anterior de Yolco lo había regalado al rey de la Colquide. Jasón decidió afrontar la empresa y para ello reclutó a cincuenta guerreros y se hizo construir el barco más rápido que hasta entonces había existido. Bautizó al buque con el nombre de Argo, que quiere decir el más veloz, y a los cincuenta remeros-guerreros los llamaron desde entonces Argonautas.
La Colquide era un reino muy lejano, situado más allá del estrecho de las Rocas Azules, cuando el mar se vuelve Negro. En él reinaba Eates y tenía una hija, Medea, que era maga. Pero las aventuras de Jasón y los Argonautas todavía no habían comenzado.
Cuando llevaban varias semanas navegando hacia el estrecho, se detuvieron para tomar agua y víveres en el reino de Fineo, cuyo país estaba siempre hambriento por que tenia la maldición de las arpías contra él. Al solicitar comida, Fineo les respondió que no sería posible porque las arpías, monstruos voladores con aspecto de aves y pechos de mujer, azotaban el reino como una plaga llevándose todo lo que fuera comestible y lo que no podían llevar consigo lo corrompían. Delante de tanta desgracia Jasón consultó con sus guerreros y le propusieron a Fineo luchar contra las arpías la próxima vez que vinieran por los aires. Esperaron unos días y finalmente las hordas de arpías volvieron, la lucha fue terrible pero las lanzas de Jasón, con las flechas y espadas de sus guerreros consiguieron acabar con todas las arpías. Fineo, agradecido, les hizo entrega de una paloma con la que salvarían la nave al pasar por el peligroso estrecho que debían superar. Al llegar allí engañaron a las rocas soltando a la paloma que murió en el acto al moverse las rocas y aplastarla. Aprovecharon que el estrecho volvía a su posición para atravesarlo velozmente. Siguieron viaje por el mar Negro, la luz se hizo muy tenue y pasaron varias semanas navegando a ciegas pero finalmente llegaron a la Colquide. Fueron recibidos como visitantes nobles y se acomodaron en un palacio que les prestó el rey.
Durante la noche se produjo un encuentro, en el Olimpo, entre la diosa Hera y la diosa Atenea, las cuales querían favorecer a Jasón para que volviera a reinar. Viendo que solo Afrodita podía tener la solución al problema, pidieron a la diosa que usara a su hijo Cupido para inyectar el deseo hacia Jasón en la hija del rey. Afrodita aceptó y envió al pequeño arquero el cual certeramente atravesó con su flecha el corazón de Medea. Así sucedió que, aunque el rey de la Colquide se opuso a las intenciones de Jasón, Medea influyó en su padre por amor, haciendo que aquel aceptara el trato con una condición. Le devolvería al reino de Yolco lo que era suyo si Jasón conseguía matar al dragón, arrancarle los dientes y después sembrarlos en un campo que debería arar con los toros de fuego que custodiaban el vellocino. Jasón, valiente como era aceptó el trato, pero lo que no sabia pues el rey se lo ocultó, es que de los dientes de dragón sembrados saldrían cien guerreros poderosos a los que tendría que combatir y ganar.
Llegó de nuevo la noche y Medea se coló en los aposentos de Jasón para seducirlo. Ella le declaró sin vergüenza su amor y le hizo prometer que la llevaría consigo de vuelta a su reino. Al principio Jasón se resistió pero la maga era muy poderosa y acabó aceptando. A cambio de su promesa Medea le dio una poción mágica que cubriendo su cuerpo le protegería del fuego de los toros y una piedra, también mágica, que lanzada contra los guerreros surgidos de la tierra haría que se mataran entre ellos. Y así sucedió, Jasón triunfó ante la extrañeza del padre de Medea que no entendía como había podido salvarse de tanta adversidad. Superada la prueba le acogió en su propio palacio y le hizo entrega del Vellocino de Oro, sin embargo secretamente planeaba matarlo por la noche con la ayuda de su guardia.
Medea, sabiendo lo que su padre planeaba, huyó esa noche de palacio con Jasón y su propio hermano y navegaron con los argonautas con gran rapidez por el mar Negro. Las naves del rey de la Colquide eran mucho más ligeras que el Argo, y a pesar de que en cada una iban pocos guerreros, eran centenares, así que pronto vio Jasón que serian atrapados. Medea, que no reparaba en maldades con tal de salirse con la suya, decidió matar a su propio hermano y echarlo al mar en pedacitos, así su padre hubo de detener la persecución para recoger los trozos del hijo que iba encontrando.
Después de muchas peripecias salieron a nuestro mar y llegaron al reino de Yolco en donde Jasón reinó felizmente con su esposa Medea de la que tuvo dos hijos que tendrían un fatal destino. Pero esa es otra historia.