Hace muchos muchos años, allí donde ahora se levanta el palacio de Marivent, en Palma de Mallorca, estaba el palacio de Cocarroi. En él vivía el rey de Mallorca. Se llamaba Pere el Volgut. El rey era viudo, pues su mujer murió de fiebres pocos días después de nacer su hija. Dice la leyenda que su única hija era una princesa muy guapa. Un día apareció en la puerta del `palacio una gitana que solicitó ver al Rey. Al principio los guardias no la dejaron pasar, pero tanto insistió que al final el Rey accedió a verla. La gitana —que era una mujer de ojos penetrantes y oscuros— miró al Rey de arriba abajo valorando su noble porte, entonces le preguntó que qué era lo que más quería o deseaba de este mundo. El Rey no lo pensó ni un instante y le respondió que lo que más deseaba era la felicidad de su hija, a lo cual la gitana asintió para si, y dijo en voz alta:
— Eso suponía cuando solicité veros Majestad… y sin esperar respuesta siguió diciendo:
—Si me pagáis una sola moneda de oro puedo deciros la buenaventura de vuestra hija... si así vuestra majestad lo desea… El Rey no se lo pensó dos veces e hizo llamar a Belinda, que así se llamaba su hija. La gitana, después de guardarse la moneda de oro que un paje le dio, cogió la mano de Belinda y leyó las líneas de su mano, impaciente el Rey le preguntó que era lo que veía y la gitana con cara de pena le dijo:
—Siento daros malas noticias majestad pero el destino dice que Belinda se casará con un noble desgraciado y sin virtud... a menos que su padre algo por ella…
—Por Dios gitana decidme la verdad!
—Esta es la verdad, pero como sabéis el destino tambien tiene una parte que se puede torcer si se sabe como hacerlo... para eso estamos las gitanas, las hadas y las brujas... Pere el Volgut sorprendido le preguntó que era lo que tenia que hacer para evitar tal desgracia… y la gitana secretamente le indicó lo que tenía que hacer.
Días después el rey Pere convocó en la sala más grande de su palacio a todos los panaderos y pasteleros de Palma.
—Os he reunido por que quiero salvar a mi hija de una desgracia y necesito vuestra ayuda.... —no les dijo que clase de desgracia y ellos por respeto tampoco le preguntaron. Todos los reunidos murmuraron palabras de aprobación y aceptaron lo que tuviera que decirles su soberano. Pere el Volgut, una vez se hizo el silencio, les dio instrucciones para que prepararán cientos de pastissets rellenos de espinacas, pasas y piñones, pero la condición era que los tenían que preparar y cocer en las cocinas de su Palacio.
El día señalado el Rey fue a la cocina y dentro del enorme caldero donde preparaban las espinacas echó un anillo de oro sin que nadie lo viera…
Al día siguiente dictó un bando en el que explicaba que había escondido un anillo en uno de los centenares de pastissets que habían salido de su cocina. Añadiendo que aquel varón que encontrara el anillo desposaría a su bella hija. Se repartieron los pastissets por todas las casas de la ciudad de Palma, tantos pastissets como varones mayores de edad había en cada casa.
Finalmente fue el hijo de un herrero el que encontró el anillo y consiguió la mano de Belinda. Se casaron y fueron muy felices pues el hijo del herrero era un hombre joven de gran corazón.
Desde entonces a estos pastissets se les conoce con el nombre del palacio donde fueron creados. Los Cocarrois les llaman, y se dice que quien come uno siempre acaba mirando en su interior para ver si encuentra una sorpresa.
Años más tarde, Belinda tuvo un hijo al que pusieron de nombre Julio, por que nació en el mes del mismo nombre. El rey anunció una gran fiesta para celebrarlo y prometió una gran recompensa al que trajera el regalo más original para su nieto.
El día de la fiesta pasaron por palacio todos los ciudadanos de Palma, los nobles y los artesanos, los ricos y los menos afortunados... y todos llevaron algún presente. Pero ninguno era original como para merecer un premio... hasta que al caer el sol, cuando ya empezaba a oscurecer y casi todo el mundo se había marchado, llegó una gitana que pidió ver al rey diciendo que traía un regalo para su nieto. Los guardias dudaron unos momentos pero como se trataba de una fiesta la dejaron pasar.
—De nuevo por aquí gitana, bienvenida seas... —dijo el Rey al verla.
—Vengo a traer un regalo para vuestro nieto majestad
—Adelante pues, muéstrame el regalo entonces...
—Es que es un regalo invisible y no lo podéis ver —dijo la gitana bajando la cabeza
—Bien, bien entonces no sé si podré valorar su originalidad, no se si podré premiarla... pero porque no me explicas de que se trata...
—Se trata de una mantilla invisible que protegerá a vuestro nieto de cualquier enfermedad cuando se la ponga...mientras la deberá guardar en esta funda... —y mientras decía esto sacó de un bolsillo un pequeño saquito de tela de color verde.
—Me parece que lo que dices parece más un cuento que una cosa verdadera....mmmm ¿como puedo saber que lo que dices es cierto?
—Pues no podéis hasta que vuestro nieto esté en peligro por una enfermedad... solo podéis confiar en mi palabra...
—Mmmm no, no, no me voy a fiar de la palabra de una gitana, me pareces una charlatana que solo intenta venderme algo aprovechándose de que hoy estoy contento por el nacimiento de mi nieto. Vete de aquí y no vuelvas si no quieres que mis guardias metan tus huesos en la cárcel.
—Me iré Rey ingrato que no recuerdas como te ayudé en el pasado, pero si algún día vuestro nieto enferma entonces buscadme por que si lo curo con mi mantilla invisible os pediré algo a cambio si lo queréis salvar... —y diciendo esto dio media vuelta y desapareció entre las mesas vacías de invitados pero todavía con los restos del banquete.
El premio quedó sin ganador, pues nadie había traído un regalo que el Rey juzgara original. Belinda le dijo a su padre que repartiera el dinero del premio entre todos los ciudadanos de Palma pero al Rey, que era un poco tacaño, no le pareció buena idea y devolvió las monedas de oro al cofre de su tesoro, encerrado en lo más profundo del castillo.
Pasaron los años y Julio creció algo más de 4 palmos, así cuando tenia 5 años ya pudo montar en su pony y galopar por la plaza de torneos en donde se entrenaban los caballeros con sus armaduras. Su padre, como era herrero, le fabricó una pequeña armadura y una lanza que no tenia punta para que jugara a ser un caballero. El chico aprendía rápido y cuando tuvo dieciocho años ya pudo participar en torneos de verdad contra rivales de carne y hueso.
Durante muchos combates salió ganador y la fama de buen guerrero fue creciendo entre los que lo conocían. Pero las cosas no siempre salen bien, y a veces se puede perder... como veréis....
Fue en un torneo de primavera, cuando tuvo un accidente y cayó herido por las astillas de la lanza de su oponente, que se le habían clavado en la pierna. Se recuperó de la caída del caballo pero cojeaba y tenia la pierna sangrando. Tuvo que ser llevado a la enfermería de palacio en donde los médicos reales le curaron. Despues de comprobar que no tenia rota la pierna, le sacaron las astillas que tenia clavadas profundamente en el muslo y le cosieron la piel. Vendaron con cuidado la pierna recomendando que no se moviera de la cama en 7 dias para ver si la herida sanaba bien o se infectaba.
Julio era un mocetón fuerte pero algo movido, inquieto y alborotado así que los dos primeros dias hizo caso de los consejos y no se movió de la cama... pero al tercer día ya no pudo más, estaba muy aburrido y se quiso levantar, los criados de palacio le advirtieron que no lo hiciera pero él los ignoró y fue a buscar a su amigo Pablo que era un mozo de las cuadras reales con el que jugaba a menudo a la petanca.
—Como va esa pierna? —le dijo Pablo en cuanto le vio
—Bien, mejor, ya no me duele, pero estoy cansado de estar en la cama estirado y quiero que juguemos a la petanca un rato
—Como quieras, voy a buscar las bochas y nos vemos en el patio
Se pasaron toda la tarde jugando a la petanca y cuando llegó la hora de cenar Julio se sentía tan cansado que se metió en la cama sin comer nada. Al día siguiente se despertó con una gran fiebre.
—Hay Dios mío pero que has hecho Julio? —decía su madre lamentándose mientras le ponía paños fríos en la frente.
—Solo fui a jugar a la petanca madre...
—Pero lo tenias prohibido por los médicos, debías de quedar en cama durante 7 días y solo habían pasado tres... —respondió con cara seria su padre.
—No pensé que fuera malo estirar un poco las piernas
—Pues pensaste mal, hijo, ahora ya ves tienes fiebre y es posible que una infección...
—Llamad a los médicos enseguida —dijo con cara preocupada su madre....
Llegaron los médicos, hicieron salir a los padres, lo examinaron y se reunieron en silencio. Al cabo de una hora salieron de la habitación para hablar con los padres.
—La cosa es seria pues estamos todos de acuerdo en que se le ha infectado la herida y seguramente la infección ya esté en la misma sangre....
—Es un problema grave, mi señor.... —dijo el que parecia ser el jefe de aquellos médicos al padre de Julio
—Pero tendrá una solución ¿no?
—Tenemos que esperar, le daremos algunas hierbas medicinales que detendrán la infección antes de que le llegue al corazón... —y diciendo esto se retiraron por el pasillo los tres médicos reales...
—Esperad! —dijo Belinda
—Señora?
—Podéis decirnos cuanto tiempo tardaran las hierbas en hacerle efecto?
—No lo sabemos mi señora, pero no menos de 7 días....
—Y no podéis hacerlo más rápido?
—Señora nosotros somos médicos no hacemos milagros.... una semana es el máximo tiempo en que creemos que puede curarse, si en una semana sigue con fiebre deberemos revisar el caso y estudiar otras formas de curarlo.
Pasó una semana volando y Julio seguía en la cama con fiebre y cada vez más débil, casi no hablaba y solo bebía caldos con las medicinas de hierbas. El Rey Pere el Volgut, su abuelo, no se movía de la cabecera de su cama ni de día ni de noche...
Volvieron a llamar a los médicos, estos volvieron a examinarlo y después de reunirse comunicaron sus impresiones:
—Creemos que la infección no se ha curado pero tampoco ha avanzado, está en el mismo sitio, la pierna no ha empeorado y no creemos que haga falta cortarla... pero no sabemos cuanto tiempo puede estar así... lo siento majestad —dijo el más anciano dirigiéndose al Rey
—Que más se puede hacer entonces
—Nada más podemos hacer que seguir esperando.... mi señor
Pasó un mes en que la familia no hacia más que llorar y lamentar su mala suerte... El Rey estaba blanco como el papel, había adelgazado y estaba consumido por la tristeza. No comía y solo dormía un poco cuando ya no podía más. Los padres de Julio lloraban a su hijo y lo cuidaban tanto como podían, pero Julio seguía con fiebre y ya no hablaba con nadie, parecía que iba a morir pronto...
Una noche en la que el Rey Pere agotado se había quedado dormido en un sillón frente al fuego, se despertó de un salto con la cara iluminada. Había soñado con la gitana, con la gitana que tenia aquella mantilla invisible y la gitana había curado a su nieto... enseguida fue a comprobar si era verdad o era un sueño. Llegó junto a Julio para comprobar que todo había sido un sueño, el chico seguía igual sin moverse, respirando muy despacio y sin hablar...
Rápidamente el Rey despertó a todo el palacio y dio ordenes para que fueran a buscar a la gitana aunque fuera en medio de la noche oscura.... todos los caballeros que tenia el Rey salieron por todo la isla en busca de una gitana de ojos oscuros que no sabían como se llamaba, solo sabían que tenia un vestido verde.
Tardaron tres días en encontrarla, pero por fin la llevaron a presencia del Rey.
—Majestad que puedo hacer por vos, que veo que habéis mandado a vuestros soldados para traerme a palacio...
—Veréis gitana, mi nieto esta enfermo con fiebre desde hace más de un mes y no se cura... la infección de su pierna avanza hacia su corazón pero todavía no ha llegado... pero sin duda si tardamos en curarlo acabará llegando.... podéis curarlo? Habéis traído vuestra mantilla invisible? —rogó el Rey bajando de su trono...
—He traído la mantilla alteza pero os recuerdo que cuando os la quise regalar vos la rechazasteis diciendo que era un engaño.... si ahora la uso y curo a vuestro nieto querré algo a cambio.
—Pedidme lo que queráis que os lo daré!!! Pero salvad a mi nieto.
La gitana se dio la vuelta y saco de su bolsillo la bolsita verde donde guardaba la mantilla mágica. Se alejo un poco y se volvió hacia el Rey con una sonrisa en la boca....
—Que es lo más queréis después de a vuestra hija? ... majestad
—Naturalmente a mi nieto, gitana, a quien sino.... ya sabéis que soy viudo y no tengo esposa...
—Entonces si queréis que lo cure me tendréis que dar lo que más queréis: a vuestro nieto...
Al rey se le pusieron los ojos como platos y se quedó mudo de espanto... no le salían las palabras... así que la gitana siguió diciendo:
—Pero... no creáis que es para mi, lo quiero para que se case con mi hija la princesa gitana Rosalinda que tiene su misma edad.... y es tan bella como la rosa mas bonita. —dijo la gitana con una sonrisa de oreja a oreja llena de felicidad.
El rey por fin recobró el habla.
—Entonces, gitana, vos sois una reina?
—Pues si, majestad, soy la reina de los gitanos de esta isla y os lo he ocultado para que no me tratarais de forma diferente a los demás....
—bbbbbueno essssto es un poooco raro —balbuceó el Rey sorprendido
—Vos decidís mi Rey, si queréis que use la mantilla me habéis de prometer que vuestro hijo se casará con Rosalinda...
El rey miró a su hija que estaba a su derecha y Belinda asintió con la cabeza dando su conformidad al trato. Al rey entonces se le iluminó la cara y de golpe se le quitaron los años que se le habían acumulado encima...
—De acuerdo reina de los gitanos, tendremos la boda que deseas a cambio de que mi nieto se cure. Si lo curas, primero tendrán que conocerse los novios y, si se gustan, entonces mi palacio será el tuyo y podremos organizar la gran boda que deseas.
—Conforme! vayamos pues a ver a vuestro nieto —y todos juntos en comitiva se adentraron en el palacio...
La gitana sacó la mantilla invisible y la extendió encima del chico.... al instante el color apareció en su cara, empezó a abrir los ojos y se incorporó como si hubiera estado durmiendo....
—Que me ha pasado —dijo en voz muy baja....
—Que tuviste una infección que ahora se está curando —dijo la gitana antes de que nadie pudiera hablar.
—Que alegría hijo mío! Vuelves a ser tu! —exclamó Belinda
La pierna se curó, Julio volvió a cabalgar y por fin un día de principios del verano conoció en una fiesta a su prometida Rosalinda. Nada más verla quedó maravillado con su belleza. Parecía que lo habían hechizado... se puso rojo y no le salían las palabras pero finalmente se repuso y consiguió pedirle que bailara con él.... después las cosas fueron muy deprisa, pasaron dos días y pronto se besaron por que sabían que estaban hechos el uno para el otro. Se casaron al cabo de una semana, fueron muy felices y comieron cocoarrois rellenos de perdices!