Erase una vez un mundo maravilloso en el que algunos vivían felices. Era un mundo con grandes paisajes, montañas nevadas en los horizontes, grandes praderas y bosques, ríos limpios y mares rebosantes de vida. En este mundo vivían muchos animales salvajes que siempre tenían a su alcances alimentos de toda clase. El aire era limpio y la tierra fértil.
En este maravilloso mundo también vivían muchos hombres, pero no todos podían admirar la belleza del paisaje ni gozar de la naturaleza. La mayoría vivían pegados a sus labores para sobrevivir, apenas levantando la cabeza del arado, de la fragua o de la mina en las que todos ellos eran explotados. Estos hombres no sabían leer ni recibían paga por su trabajo, vivían bajo la explotación de sus señores y apenas hablaban con sus parientes. Trabajaban a cambio de una mera subsistencia. Pero en este maravilloso mundo no todos eran analfabetos e ignorantes, también vivían mercaderes y comerciantes que intervenían entre los explotados y los señores que los explotaban. Estos intermediarios eran letrados, sabían leer y escribir, pero no enseñaban sus artes a los que trabajaban duramente pues temían perder sus privilegios. Estos intermediarios tampoco eran felices ni tenían tiempo para admirar los bellos paisajes de su maravilloso mundo, pues los señores que compraban sus servicios no les dejaban mucho margen para ello, y muchos no podían dormir viéndose de continuo amenazados por los policías que vigilaban sus negocios.
Además de los que eran letrados también estaban los que servían de guardias a sus señores y mantenían el orden en aquel maravilloso mundo, en el que no había ruido que no fuera natural, ni nube que no fuera de lluvia sobre los paisajes. Pero los policías y guardias de las diferentes clases tampoco eran muy felices ni tenían tiempo para nada que no fuera mantener el orden y evitar que los intermediarios robaran a sus señores. Los guardias nunca admiraban el paisaje ni hablaban con la gente por que no les interesaba.
Por debajo de los señores vivían los sacerdotes que tampoco eran felices ni tenían tiempo de gozar del maravilloso mundo en el que vivían. Vivían reunidos en el interior de sus templos rezando aburridas oraciones y siempre hacían creer a los demás cosas que jamás se llegaban a cumplir…
Finalmente estaban los señores, que eran muy pocos, y los únicos que a menudo decían ser felices. Pero en realidad tampoco lo eran mucho. Siempre vivían bajo el temor de perder sus privilegios a manos de otros señores más atrevidos, ambiciosos o fieros.
Así que en este maravilloso mundo la naturaleza vivía sus mejores momentos pero los hombres no.
Por encima de este mundo vivían dos gigantes inmensos. Se llamaban Wu y Han. Uno era blanco y el otro era negro. Los dos vivían en la Luna. Uno vivía en la cara visible y el otro en la cara oscura de la Luna. Entonces la Luna no se movía y siempre era la cara blanca y redonda la que se podía ver.
Antes de que los hombres poblaran el mundo maravilloso, aquellos dos gigantes vivían en paz… pero un buen día las cosas cambiaron. Empezaron a discutir sobre quién de los dos era más bello. Discutieron tanto que al final se pelearon como gigantes y de tantos manotazos que dieron, la Luna empezó a dar vueltas sobre si misma… Han, el gigante negro, perseguía a Wu, el gigante blanco, en un continuo movimiento que hacia que la Luna fuera cambiando de color. Dieron tanta fuerza a su persecución que la Luna ya no paró nunca más de dar vueltas. Y cada 28 dias la Luna volvía a ser o totalmente blanca o totalmente negra… y asi pasaron muchos muchos millones de años. Hasta que los hombres poblaron el mundo maravilloso.
Dar tantas vueltas era aburrido y cansado. Asi que Wu y Han decidieron dejar a la Luna que siguiera dando vueltas y disfrazados de mendigos, se hicieron del tamaño de los humanos y viajaron al mundo maravilloso para ver que es lo que sucedía allí.
Llegaron al mundo maravilloso y lo primero que vieron fue un árbol, solitario en medio de una prado, al que preguntaron:
—Decidme buen árbol ¿tenéis amigos?
—Tengo muchos señor, pero tendría muchos más si los hombres no los mataran para hacer leña...
Los mendigos se miraron sin comprender a qué se refería y siguieron caminando hasta que vieron a un leñador cabizbajo que se preparaba para cortar un árbol.
—Por que haceis esto —preguntó Wu y sin darle tiempo a responder el mismo Han le dijo:
—Es que os gusta lo que hacéis buen hombre?
El leñador algo confundido se sacó el sombrero de paja, se rascó y contestó a Wu
—Tengo que matar al árbol para no morir yo de frio en invierno…. —y mirando a Han apenado le dijo:
—Nada me gusta menos que este oficio pero tengo que sobrevivir aunque sea a costa de matar a los arboles...
Los dos gigantes disfrazados siguieron su camino y encontraron a un burro.
—Cuántos amigos tenéis señor burro? —le preguntaron
—Si tengo amigos, bastantes, pero la mayor parte están enfermos de la espalda porque los hombres nos cargan con toda clase de pesos y fardos...
Los mendigos intrigados por aquella respuesta siguieron su camino y encontraron a un mercader que llevaba un burro cargado con enormes ánforas de aceite…
—Señor ¿por que cargáis tanto a vuestro burro? —preguntó Wu y Han a su vez antes de que el mercader hablara le soltó:
—¿Es que os gusta fastidiar al pobre burro?
El mercader miró primero a Wu y luego a Han con los ojos muy abiertos.... no sabia que hacer si ignorarlos o salir huyendo por si querían robarle la mercancía...
—No temais no vamos a robaros. —dijo Wu que se había dado cuenta de la preocupación del mercader. Entonces el mercader se relajó y le dijo a Wu
—Es que si no cargo así al animal no podría dar de comer a mis hijos... — y mirando a Han siguio diciendo.
—Odio cargar asi al pobre burro pero no puedo hacer otra cosa si no deseo cargar yo mismo con todo el peso...
Al cabo de un rato de caminar se encontraron con un perro, le hicieron la misma pregunta que al árbol y al burro. El perro les dijo que si, que tenía muchos amigos pero que muchos morían tempranamente por que los policías los usaban para mantener el orden… Wu y Han no entendían muy bien cómo era eso y siguieron caminando hasta que encontraron a un policía que aguantaba a un perro por la correa, y le hicieron las mismas preguntas a lo que el policía contestó, primero a Wu, que si no usaba al perro para perseguir a los malos estos se escaparían y entonces el recibiría un castigo… y mirando a Han le confesó que aquel maltrato al pobre perro no le gustaba nada pero que no podía hacerlo de otra manera pues de lo contrario él tendría que hacer de perro.
En el camino hacia el gran palacio que se veía en el horizonte encontraron a un carnero comiendo hierba y le preguntaron lo mismo. El carnero les dijo que tenia amigos, pero que muchos morían en los sacrificios que hacían los sacerdotes. Wu y Han se miraron sin comprender y siguieron su camino hasta que encontraron un santuario en el que un sacerdote tenía a un carnero degollado en el altar.
Se detuvieron frente al sacerdote y le preguntaron:
—Respetable sacerdote ¿cómo es que sacrificas al pobre carnero que no te ha hecho nada?
—Es mi deber hacer sacrificios, la ley lo dice, el señor que vive en el castillo nos manda ofrecer sacrificios para que nuestro dios le proteja, a él y sus familiares, si no lo hago el señor del castillo dice que nuestro dios me castigara... —al oir esto el mismo Han le dijo:
—Entonces no os gusta dar muerte a los sacrificados?
—No, no señor, no me gusta pero si no lo hiciera yo podría ser el sacrificado...
Wu y Han empezaban a comprender que en aquel mundo todos los seres vivos se echaban las culpas unos a otros por diferentes cosas… así que llamaron a la puerta del gran palacio para preguntar a los señores como podían permitir aquello…
Fueron recibidos por el señor del palacio y ante las preguntas de Wu y de Han el señor ocultó la verdad a los mendigos, pero resultó que los gigantes tenían el poder de conocer cuando alguien les mentía, así que se enfadaron y tomaron la forma de gigantes que habían ocultado. El señor sorprendido y aterrado les pidió perdón y se inclinó ante ellos.
Wu y Han le hablaron con una sola voz de esta manera:
—Nos has mentido con la intención de apartar de ti las consecuencias de lo que haces, pues debido a la forma como tratas a los que trabajan, estos tienen que matar a los arboles y a otros como ellos que viven de las raíces que hunden en la tierra, al mismo tiempo permites que otros los exploten para tu sacar beneficio de sus ganancias, y para eso has de usar a otros hombres que maltratan a los perros para perseguir a los ambiciosos y corruptos que tu obrar ha generado, y al mismo tiempo te proteges la conciencia a través de unos sacerdotes que hacen inútiles sacrificios… nos parece que mereces un castigo ejemplar para que aprendas a sufrir lo que sufren los que trabajan para ti.
Expulsaron del palacio al señor y su familia y le dieron a cambio una cabaña hecha de paja como la de sus trabajadores… El señor imploró que le devolvieran lo que era suyo hasta que viendo que nada podía hacer dejó de llorar.
Los dos gigantes decidieron cambiar algunas normas, dejaron claro que no se debía de explotar el trabajo de nadie, que el comercio y el trabajo debían de recibir un salario proporcional y nadie debía enriquecerse a costa de empobrecer a otros... Ordenaron a los más capaces el gobierno de las cosas publicas y establecieron escuelas para que segun el mérito y el esfuerzo de cada cual se pudiera elegir a las personas que ocuparían los cargos más necesarios. Solo pusieron dos condiciones: que nadie acumulara más riqueza de la necesaria para vivir... y que nadie hiciera a los otros lo que a él no le gustaría que le hicieran.
Wu y Han permanecieron en aquel mundo unos años y para ello reconstruyeron el palacio. Lo hicieron tan grande que se convirtió en un castillo y le llamaron el castillo de WuHan. Una vez acabaron con las obras y viendo que tenían al mundo bajo el control de los más capaces de los hombres, descansaron antes de poner fecha a su partida.
Al cabo de un tiempo, Wu le dijo a Han
—He pensado que antes de marcharnos deberíamos asegurar de alguna manera que no vuelva a suceder que la ambición de unos pocos acabe haciendo pobres y dependientes a los demás...
—Mmmm... tarea difícil, que has pensado que se puede hacer Wu?
—Se me ha ocurrido crear una amenaza para los hombres bajo la cual se piensen dos veces si les conviene ser injustos con sus semejantes incumpliendo la norma de no hacer a los demás lo que a ellos no les gustaría...
—Me parece un poco drástico crear sobre sus cabezas una amenaza así, entonces los hombres dirían que actúan bajo coacción y tendrían razón... solo apoyaría tu idea como último recurso...
—De acuerdo, entonces te propongo que encerremos en lo más profundo de nuestro castillo un cofre que contenga esta amenaza. Solo liberaremos la amenaza si el mundo que ahora dejaremos algún día se sale de nuestras normas...
—Y... ¿en qué clase de amenaza has pensado?
—Te lo diré más tarde, pero la amenaza ha de servirnos para crear un juego del bueno y el malo que jugaremos tu y yo... si es que llega el caso de tener que usar esta amenaza...
—Ahora si que me he perdido Wu, habla más claro que no pillo.
—Nosotros somos dos, uno blanco y otro negro, también somos dos polos, uno negativo y el otro positivo, pero también podemos ser uno bueno y otro malo... Lo que yo te propongo es que en caso necesario uno de los dos actúe como castigador o malo y el otro como protector o bueno, asi los hombres ante la amenaza del castigo no estarían del todo desamparados, sin esperanza, y por propia voluntad aceptarían conductas adecuadas para salvarse de su destrucción. Tu serias el bueno, su solución, su esperanza y su protector. Yo seria el malo, la mano que se cierne para producir la desgracia, la muerte y la destrucción. Es un buen juego de equilibrio en el que mediremos nuestra inteligencia... ¿no te parece?
—Si Wu, puede ser divertido y a lo mejor también util... pero ha de quedar claro que los hombres nunca sabrán que es un juego entre nosotros eh?
—Por supuesto Han, jamás lo sabran.
Llegado el momento Wu y Han miraron a su alrededor satisfechos pues habían cortado la raíz de todos los males que acaecían en aquel mundo maravilloso, se estrecharon las manos y decidieron marchar para volver al cabo de mil años a contemplar su obra.
Al cabo de mil años volvieron y adoptaron el disfraz de pastores.
El mundo seguía siendo maravilloso, los ríos corrían libres y salvajes, los mares estaban llenos de peces y los bosques habían mermado un poco, pues los hombres necesitaban madera, también vieron que por todas las estepas se extendían los cultivos o los pastos, pero allí donde miraban el fuego y la destrucción de las guerras era común... se encontraron a un soldado que cabizbajo se retiraba de una batalla y le detuvieron para preguntar.
—Buen soldado ¿que os sucede que camináis lloroso y cabizbajo?
—He perdido a todos mis compañeros de contubernio, de los ocho solo quedo yo... —dijo el legionario con pesar...
—¿Y como ha sido?
—En la guerra nosotros siempre perdemos, solo los que mandan no se arriesgan y se quedan junto a los estandartes de la Legión viendo como nos matamos... aunque después los generales ganen las batallas siempre olvidan que ha sido con pérdidas de sus soldados que no regresaran a ver a sus familias... es la guerra.
—Y ¿contra quien estais peleando si os lo podemos preguntar?
—Mi Emperador quiere que Roma, mi nación, sea la más poderosa del mundo y nos manda a luchar contra el Imperio Parto que, a su vez, pretende lo mismo que mi señor...
—Entonces... ¿siempre es así? ¿Todos quieren ser los más poderosos del mundo?
—Si, siempre es así y siempre será así y ahora dejadme solo para que siga llorando a mis amigos caídos en una batalla que los nuestros han ganado.
Wu y Han se alejaron de aquellas tierras a pasos de gigante, pues podían recuperar su forma cuando querían, y con grandes zancadas avanzaron hacia oriente.... por fin acabaron en otro territorio también asolado por la destrucción, los incendios de las casas y la muerte por todas partes. Alli encontraron a un hombre que estaba enterrando a alguien y le preguntaron.
—Buen hombre a quien enterráis si no os molesta que preguntemos?
—No me molesta pastor, entierro a mi familia que ha muerto por culpa de la guerra...
—Quien les arrebató la vida?
—Los soldados imperiales Han que sin preguntar siquiera irrumpieron en nuestras tierras y se llevaron todo los sacos de arroz y toda la comida que teníamos, para alimentar a sus ejércitos. A mi no me cogieron por que en ese momento estaba trabajando en el pozo, para hacerlo más profundo... pero a mi mujer y a mis hijas las maltrataron, abusaron y finalmente las mataron para no dejar testigos.... yo no fui capaz de salir del pozo a pesar de oír sus gritos de ayuda... pero me consuelo de mi cobardía pensando que ahora sería hombre muerto y estando vivo podré algún día vengar su muerte...
Wu y Han siguieron su camino y llegaron a la ciudad imperial de los chinos Han. Era muy grande y en su corazon habia un palacio donde vivía el Emperador y su corte. Al recorrer la ciudad vieron que el comercio era floreciente y no les pareció que fuera injusto. También vieron niños aprendiendo a escribir y leer. Pero lo que más les inquietó es que casi todos los hombres jóvenes habían desaparecido para ir a la guerra de su Emperador....
Wu estaba cada vez más furioso contra todos los hombres que solo hacían que luchar entre sí y decidió que era hora de ir a su castillo a cumplir con el pacto que había establecido con Han. Liberar la amenaza era ahora su prioridad. Aquellos hombres se lo habían buscado. No habían cumplido con las dos normas que les dieron.
Han por su parte decidió regresar al primer escenario de la guerra Romana y se disfrazó de profeta, salió a la calle de una ciudad que se llamaba Jerusalén y empezó a predicar a los hombres diciéndoles que si no se arrepentían el mal caería sobre ellos de una forma que no podrían saber quien moriría ni cuando.... pronto se reunió mucha gente a su alrededor y le preguntaban que tenían que hacer. Han no pensaba que tendría tanto existo su sermón así que improvisó y les dijo que lo que tenían que hacer era amarse los unos a los otros para que haciendo esto no hubiera guerra... entonces la gente le contestó que si no obedecían a sus jefes también caerían sobre ellos todos los males. Han entonces fue a ver a sus jefes y les habló así:
—Estais errando el camino, si queréis seguir acumulando poder caerá sobre vosotros un castigo del cielo que aniquilará vuestra nación.
Pero por mucho que Han se esforzó los jefes de aquel pueblo no le creyeron y siguieron con sus cosas sin hacerle caso. Viendo Han que los que mandaban no se creían lo que podría pasar fue de nuevo a advertir al pueblo que seguía reunido en la gran plaza y les recomendó que desobedecieran a los jefes y no acudieran a la guerra. Algunos le creyeron, pero muchos temieron la venganza de los soldados pretorianos y se alistaron en el ejército romano...
Han y todos los que no querían ir a la guerra se retiraron a unas cuevas que estaban cerca de un mar que estaba muerto y allí se pusieron a hacer penitencia, a rezar y a practicar la bondad y la compasión entre ellos a fin de evitar el castigo que Han les había anunciado.
Mientras tanto, al otro lado de ese mundo, en el castillo de WuHan que los hombres de entonces habían transformado en la Torre de la Grulla Amarilla, Wu decidió bajar a lo más profundo del castillo para abrir el cofre y dejar escapar a una pequeña parte de su amenaza....
Solo abrió dos dedos el cofre y escaparon millones de avispas diminutas cuya picadura enfermaba a la gente, llegando a matarla si eran muchas las que le picaban... las avispas eran como hijas de Wu y le obedecian, se llamaban Virus. Nada más salir se quedaron esperando ordenes de Wu en el aire, en perfecto orden de batalla. Wu usó sus manos para indicarles hacia donde tenían que dispersarse y a quien tenían que atacar... y en un momento las legiones de Virus se dispersaron por el cielo camino de los lugares indicados.
En muy poco tiempo el mundo se lleno de enfermedad y muerte pero solo los soldados, generales y emperadores enfermaron, no todos morian, pero muchos lo hacían sin que ningún remedio pudiera salvarlos.
Han y la gente que estaba con él en las cuevas del mar muerto no enfermaron, asi fue como sucedió que los que habían seguido el consejo de aquel profeta extendieron la creencia de que haciendo el bien podían salvarse de las enfermedades. Pronto las guerras cesaron al comprender que eran la causa de tanta muerte llegada del cielo. Han habia hecho su parte y finalmente regresó al castillo de WuHan para reunirse con su compañero. Encontró a Wu atareado escondiendo de nuevo el cofre. Ambos se dieron la mano y se felicitaron por el juego que habian creado.
—No esta nada mal Wu, has conseguido asustarlos de verdad.... esperemos que no lo olviden...
—Lo mismo digo Han, tu les has dado la esperanza de salvarse a cambio de portarse bien, amarse los unos a los otros y ser bondadoso con los que lo necesitan, has hecho una buena obra, seguro que tus seguidores harán de estas ideas una o varias religiones.
Pensaron que ya era hora de regresar a la Luna y decidieron volver dos mil años más tarde.
Cuando pasó este tiempo regresaron, pero el mundo maravilloso ya no era maravilloso. Las nubes no eran de lluvia sino de contaminación. Los bosques casi habían desaparecido transformados en campos de cultivo. Las praderas solo eran extensos trigales explotados por enormes máquinas. Los mares estaban llenos de plásticos y los ríos saturados de espumas y vertidos tóxicos. El ruido lo llenaba todo y el olor de aquel mundo era nauseabundo…
Preguntaron al primer hombre que encontraron.
—Como es tu vida buen hombre?
—Bueno no me puedo quejar, voy tirando, pero no gano bastante dinero para comprar una casa mejor que la de mi vecino y esto no me deja dormir tranquilo.
Siguieron caminando y preguntaron a otro habitante de aquel mundo horrible si era feliz y este apenas les miro absorto como estaba con la pantallita de su teléfono, levantó la vista un momento y dijo:
—Soy bastante feliz pero lo sería más si tuviera una pantallita mejor…
Siguieron preguntando pero siempre les daban la misma respuesta, todos decían ser más o menos felices pero todos deseaban lo que no tenían...
Wu y Han estaban confundidos, parecía que aquellos hombres no valoraban ni les importaba el paisaje horrible, los bosques arruinados ni los mares contaminados, sin embargo decían ser medio felices en busca de cosas que todavía no tenían... decidieron preguntar por la persona que organizaba la vida de aquella gente y para ello preguntaron a un hombre que paseaba a su perro sin dejar de mirar la pantallita...
—Decidme señor, sabeis por ventura ¿quien organizan la vida de esta ciudad?
El hombre sorprendido por que dos mendigos se dirijieran a él hizo ademán de irse, pero Wu le sujetó el brazo y le dijo:
—No temais, somos nuevos aqui, no sabemos nada de vuestro mundo y no queremos nada de lo que tenéis excepto la respuesta a nuestra pregunta. El hombre lo primero que hizo fue guardarse la pantallita para que no se la quitaran y después contesto:
—Pues... esto... vereis quien lo organiza todo son los politicos que nos gobiernan
—Explicadnos mejor... buen hombre, a ver... asi que quien manda no es una sola persona entonces?
—Bueno no exactamente, aqui manda quien nosotros, los que vivimos en la ciudad, elegimos para que se ocupen de todo. Hay una cabeza visible pero las decisiones las toman el conjunto de los que fueron votados para formar un gobierno de la ciudad.
—Entonces ¿todas las ciudades hacen lo mismo?
—Bueno, no exactamente —volvio a repetir algo nervioso— quiero decir, si, las ciudades hacen esto, pero también las otras divisiones.... vereis es que el mundo esta dividido en Naciones y en Estados, el sistema de gobernarse es el mismo casi siempre, los que son votados o elegidos son los que teóricamente deciden las cosas que se deben de hacer...
Wu y Han se miraron y entendieron que el hombre había dicho algo sospechoso, ese ”teóricamente” algo escondía que aquel hombre no había, todavía, revelado.
—Entonces —insistió Wu— si decis que los votados deciden solo teóricamente quien es el que decide en la práctica de verdad?
—Pues no sé... yo no estoy seguro, es confuso y no se dice abiertamente por miedo a que te señalen... pero muchos creen que quien decide es el poder del dinero... un poder que adopta muchas formas.
Wu y Han comprendieron que aquel mundo, tresmil años más tarde no habia mejorado nada... al contrario parecía haber empeorado... no había servido de nada sembrar una amenaza ni ofrecer una religión que diera esperanza al buen comportamiento....a la gente le tenia sin cuidado el planeta, todo estaba estropeado en la naturaleza, pero como eran medio felices iban tirando y en lo único que pensaban era en comprar, en comprar cada vez cosas mejores... sin darse cuenta que eso destruía el mismo lugar donde habitaban...
Wu enfurecido decidió darles una lección definitiva. Han por su parte, viendo el desastre de los ríos y de los mares decidió que no protegería a nadie hasta que Wu acabara con la rueda que producía el dinero y la destrucción del medio ambiente. No era preciso matar a todos los hombres, solo asustarles para que no salieran de sus casas, y sobre todo para que no trabajaran. Moririan muchos, bastantes, pero la mayor parte se salvarían, lo que quería hacer Wu era que los que vivían del trabajo de los otros, los que explotaban a los trabajadores, no pudieran seguir ganando dinero pues las fábricas, las oficinas, los negocios y los especuladores se quedarían parados mientras la amenaza estuviera en el aire... quería que la gente volviera a vivir feliz con lo justo y necesario... quería que el planeta maravilloso recuperara su esplendor y dejara de ser maltratado... y así fue como Wu bajó a los sótanos del castillo, volvió a abrir el cofre y de nuevo soltó a sus hijas, las Virus, que esta vez, como se habían puesto unas coronas para jugar fueron llamadas CoronaVirus... y esta vez no cerró el cofre.... dejó que fueran saliendo hasta que no quedó ninguna dentro.