7 - Los amores de Zeus

Zeus es el origen de dioses, héroes y hombres, debido a una actividad amorosa que parecía no tener fin.  Instalado en el Olimpo después de ordenar el reino celeste y de dejar claro quien mandaba, se dedicó a cortejar a diosas y princesas humanas con las que tuvo gran descendencia. 

En primer lugar se enamoró de Metis, la diosa de la inteligencia, pero fue un arreglo que le convenía, pues a su lado pudo adquirir habilidad para gobernar a los dioses.  Sin embargo pasado un tiempo Zeus comprobó que ya no podía aprender más de la diosa y que no toda la sabiduría e inteligencia de Metis le era aprovechable. Consultó con su abuela Gea y con Urano, los cuales le advirtieron del peligro de ser destronado por algún hijo de Metis que heredara las cualidades de la diosa. Para evitarlo debía de tragársela y así, no solo absorbería sus cualidades, sino que alejaría el peligro de un sucesor demasiado listo. Sin pensarselo dos veces se la tragó, pero resultó que Metis se había quedado embarazada previamente y estaba en gestación así que poco tiempo después Zeus despertó con enormes dolores de parto en su cabeza, y después de siete noches de grandes migrañas, de su cabeza nació una niña preciosa que se llamó Atenea.

Pero Zeus era todavía muy joven para no tener esposa fija, y Temis, la diosa de la justicia, siempre le había parecido atractiva y justa.  Así que se casó con ella y tuvo a las Horas y a las Moiras que concedían a los hombres la felicidad o la desgracia. Pero pronto las Horas y las Moiras crecieron y Zeus comprobó que no era suficiente descendencia, aunque en realidad era un excusa para irse a buscar alguna amante, pues Temis era bastante aburrida y él era un mujeriego. Así fue como, en uno de sus muchos viajes al reino de Poseidón, conoció a una de sus hijas, a Océano, de gran belleza, de la cual se enamoró perdidamente a primera vista. Dicen que Eros intervino, pues Océano era tan creída de su belleza que nunca le parecían suficiente los partidos que se le presentaban y por ello fue castigada a corresponder al amor de Zeus.  Sus amores duraron muchos años, pero como no era una cosa oficial, los hijos que tuvieron nunca fueron vistos en el Olimpo.  De Océano se sabe que tuvo al menos a las tres Gracias, a cual más bella, pero ninguna más hermosa que su propia madre.

Pasó el tiempo y un buen día, paseando por el Olimpo, vio entreabierta la puerta de los aposentos de la diosa Demeter, que ya era madre y estaba en la plenitud de su feminidad.  La vio tan bella mientras dormía medio desnuda que no resistió la tentación de colarse en su lecho.  Demeter no solo no lo rechazó sino que le gustó el atrevimiento y así fue como se hicieron amantes y de sus amores nació Perséfone, la de eburneos brazos, y de escultural presencia.  La vida de esta diosa fue complicada pues al salir de la adolescencia era tan atractiva que Zeus se enamoró de su propia hija, sin embargo Demeter para evitar mayores males la mandó a una isla lejana y allí la retuvo alejada del Olimpo para que no tentara a Zeus.  Pero un día, el hermano de Zeus, Hades, la vio recogiendo flores y se enamoró de ella al extremo de raptarla para llevársela al reino subterráneo de donde no regresa nadie, bueno, solo unos pocos.  La hizo su esposa contra la voluntad de la madre, Demeter, la cual lloró tanto su desgracia a Zeus que al final este intervino para que  Hades la devolviera.  Pero el astuto Hades se había prevenido contra esta posibilidad y le había dado a comer a Perséfone el fruto de una granada infernal que hacia imposible su regreso, pues es sabido que quien prueba el alimento del Hades no puede volver entre los vivos.  Al saberlo Demeter, cogió tal rabieta y enfado que declaró una gran hambruna en la tierra haciendo que los cereales y los cultivos se secaran, no en vano era la diosa de la agricultura.  Zeus, que ya estaba más que harto de esta historia, volvió a pactar con su hermano una solución y al final decidieron que Perséfone pasaría la primavera y el verano con su madre y el resto del año con su esposo.  Desde entonces los cultivos solo prosperan en las estaciones cálidas para recordar al mundo la traición que cometió Hades  al casarse con Perséfone sin consentimiento de su madre.

Zeus pasada la crisis familiar de Demeter, se tomó un descanso y decidió ser más formal, cosa que no duraría mucho, así fue como se desposó con Hera en la boda más impresionante que jamás volvió a ver el Olimpo.  Hera se convirtió así en la diosa consorte oficial y desde entonces reina al lado de Zeus.  Pero Hera, que es la diosa del hogar, no era fácil de engañar, y Zeus delante de ella casi nunca se atrevía a levantar la voz porque la cólera de Hera y sus venganzas por infidelidad eran terribles.  Con ella tuvo Zeus a dos de sus hijos más queridos, a Hebe, diosa de la juventud, y a Marte, dios de la guerra.  Más tarde también tuvo a Ilitía, la diosa de los nacimientos, la comadrona celeste.

Pero la pasión de Zeus por las mujeres bellas no tenia fin y así fue como se prendó de las hermanas Asteria y Leto, hijas del titán Ceo.  Tal era su ardiente deseo por ellas que no pudo esperar a cortejarlas y valiéndose de un disfraz intentó violar a Asteria, la cual presa de un gran pánico y con grandes gritos salió volando convertida en codorniz.  Dicen que desde entonces,  cuando una mujer grita mucho es que se pone histérica.  En este caso Asteria voló y voló hasta que falta de fuerzas cayó al mar.  Su cuerpo de diosa dio a luz a una isla que se llamó Ortigia, que como veremos más adelante se convirtió en la isla de Delos, cuyo nombre significa la que brilla.  Pero veamos que le sucedió a su hermana Leto.  Esta, que era mucho más sensata, no vio con malos ojos al apuesto Zeus y se dejó seducir.  Leto quedó enseguida embarazada de gemelos y se fue a refugiar a la isla de Ortigia para escapar de los celos iracundos de Hera que se había enterado de todo.  En su furor por vengarse de la amante de Zeus, Hera impedía que la diosa de los partos, la comadrona Ilitía asistiera a Leto en su alumbramiento y el parto se retrasó durante nueve días y nueve noches.  En el Olimpo muchos dioses se compadecían de los sufrimientos de Leto, entre ellos Zeus, y suplicaron a Hera que permitiera el nacimiento.  Así lo hizo Hera, pero secretamente envió a la serpiente Pitón para que ahogara a los nacidos.  Poseidon, a ruegos de su hermano Zeus, embraveció el mar para retrasar el viaje de la serpiente y dar tiempo a que nacieran Artemis y Apolo.  Dicen que primero nació Artemis y que esta ayudó a su madre a parir a Apolo, el dios de la luz.  Al nacer Apolo tal fue el brillo y resplandor aparecido que la isla cambió de nombre y se llamó desde entonces Delos.  Apolo creció en cuatro días y cuando llegó la serpiente Pitón ya era fuerte como un dios y la pudo matar sin problemas.  Atraídos por la luz de Delos, nueve cisnes acudieron al nacimiento y desde entonces dieron siempre vueltas a la isla.  Algunos aseguran que Zeus, era uno de ellos y que se disfrazó de cisne para ver a sus hijos, pues Hera no se lo permitía.  

Zeus, cansado de dar vueltas a la isla, regresó al Olimpo y quiso perder la memoria de tantos amores, pues quería que Hera le perdonara. Pidió consejo a su abuelo Urano y este le indicó que lo mejor que podía hacer era acudir a Mnemósine, la diosa de la memoria, y pedírselo.  Así lo dispuso, pero mientras recibía instrucciones de ella, le hizo el amor y la dejó embarazada. De ella nacieron las nueve Musas.

Zeus ya no podía con su alma de tanto ajetreo y líos de faldas, así que hizo un viaje para descansar más allá de las Hespérides al reino de Atlante.  Allí conoció a la princesa Maya, su hija, y en pocas semanas nació entre ellos un ardiente amor.  Fruto de su sagrada unión nació Hermes, el heraldo de los Inmortales. 

De vuelta a casa, no lo hizo directamente sino que pasó por el reino de Anfitrión. Al llegar al palacio real resultó que el rey estaba en la guerra y le recibió su bella esposa Alcmena.  Zeus sintió deseo de yacer con ella, pero era tan virtuosa que solo pudo conseguirlo una noche en que Zeus tomó la forma de su marido.  Alcmena daría a luz al más legendario héroe de todos los tiempos, al más esforzado, al más fuerte, que se llamaría Hércules, el cual siendo mortal llegó a ser un dios. Su vida y aventuras son otra historia.